Entrenar como un humano es moverse mucho, muy variado y muy divertido (siempre que sea posible).

Entrenar como un humano es aprovechar cualquier ocasión para moverte.

Entrenar como un humano es ajustar los entrenamientos a tu vida, pero también tu vida a los entrenamientos. Los unos son parte de la otra y viceversa.

 

“Ya, ya, Luis, muy bonito pero ¿cómo organizo yo mi semana de entrenamientos/movimiento? A veces me paso de entrenar y acabo machacado/a”

“Ya, ya, Luis, muy bonito pero ¿cómo organizo yo mi semana de entrenamientos si nunca saco tiempo?”

Hoy no te voy a dar teorías, hoy te cuento cómo organizo yo mi semana de entrenamiento actualmente y habitualmente. Actualmente porque esto puede cambiar en función de mis necesidades o tiempo disponible. Habitualmente porque suelo variarlo en función de mis apetencias y, sobre todo, de lo que me diga mi cuerpo.

Siempre organizo o planteo mi entrenamiento en base a tres premisas:

HAGO LO QUE ME GUSTA

Todo lo que hago entrenando me gusta, siempre.

“¿Siempre?” si, siempre, sin excepción. En otros aspectos de la vida ya tenemos que pasar por situaciones que nos desagradan como para cargarnos con más en uno de los momentos más satisfactorios para cualquier homínido: moverse.

 

Me gusta correr, me gusta hacer calistenia, me gusta hacer Animal Flow, me gusta saltar, me gusta gatear, me gusta lanzar piedras o saltar bancos, me gusta trotar descalzo por el parque.

También me gusta tener agujetas a veces, no son agradables, pero me gusta por lo que suponen.

Y me gusta hacer series de carrera extenuantes ¡puede que no me apetezca sufrir! Pero me gusta hacerlas por lo que implican y por cómo me siento después.

También me gusta sentir que no puedo hacer ni media dominada más ¿es agradable? En ese momento no, estoy cansado y me duelen las manos y los brazos, pero me gusta lo que estoy haciendo, por qué lo estoy haciendo y los resultados de hacerlo en mi salud.

“¿Me estás diciendo que te puede gustar sentirte extenuado/a, sufrir corriendo puntualmente o tener agujetas?” pues claro, no todo lo que nos gusta tiene que ser placentero inmediatamente, para eso ya están la comida basura y el consumo irracional.

 

Así que ya ves, ES UNA PREMISA FUNDAMENTAL QUE ME GUSTE LO QUE HAGO.

DIVERSIFICO (VARIEDAD)

Segunda clave: variedad.

Hay una canción de hace unos años (de mi época de adolescente… cada vez soy más experto) que, en tono de broma, habla de la variedad de la práctica sexual con vegetales y animales. Se llama “En la variedad está la diversión” y es de Un pingüino en mi ascensor (https://www.youtube.com/watch?v=jlrtGB5Mry8) ¡pues estoy totalmente de acuerdo con el! Pero en cuanto al movimiento, claro.

En la variedad está la diversión.

Intento que mi entrenamiento (y los de la tribu) sean muy variados, muy muy variados: gateo (cuadrupedia suena más culto), cuestas, escaleras, correr, saltar, cargar, trepar, tocarnos distintas partes del cuerpo en posturas “raras”, animal flow, calistenia con todo lo que implica, algo de boxeo a veces… cuanto más variado mejor. Es cierto que el objetivo que persigo NO es el rendimiento máximo en alguno de esas disciplinas, el rendimiento me da un poco igual, lo que busco es salud y diversión, y las dos cosas las consigo con variedad.

 

Hay días en los que, por ejemplo, salgo a correr y me paro cada km a hacer 10 flexiones.

Hay días en los que hago burpees y luego unos sprint.

Hay días en que entreno en montaña, y eso ya es suficientemente variado por si sólo.

Mi entrenamiento es un poco anárquico pero ¿qué más da? Si hacer el pino me lleva dos años o dos años y medio en lugar de 8 meses, porque le dedico poco tiempo ¿qué más da? No es importante para mi. LO IMPORTANTE ES QUE SIGO EN MOVIMIENTO, QUE ME LO PASO BIEN, Y QUE GANO SALUD. Si es cierto que a veces puedo poner más foco en algún ejercicio en concreto si quiero progresar más rápido, pero en absoluto abandono el resto.

Por otro lado, esa variedad hace que cada vez que entreno trabaje distintos músculos de distinta forma y eso mantiene lejos de mí a las lesiones.

DESCANSO (ESCUCHO A MI CUERPO)

¿Y cómo sé qué me está diciendo? Te lo voy a explicar con un ejemplo:

  • Me apetece entrenar pero me encuentro cansado: en ese caso entreno. Cambio el plan y hago un entrenamiento que me apetezca hacer, pero entreno.
  • No me apetece entrenar (si me paro a reflexionarlo un poco, no tengo ganas. Es uno de esos días en que no me motiva correr, ni hacer calistenia, ni animal flow, no me apetece hacer nada. En estos casos, me encuentre o no cansado: no entreno. Mi cuerpo me está diciendo que hoy no toca.

Ese es mi método para saber qué me dice ese saco de piel, huesos, grasa, músculo y poco pelo que llevo por el mundo desde que nací. Te lo explico un poco más:

  • Si me siento física o mentalmente cansado pero ME APETECE entrenar, tengo ganas de hacerlo algo, de moverme, de respirar aire, de sentir mi respiración alterada, de sudar, pues lo hago. Me paro a pensar qué me apetece hacer y lo hago. Puede que tuviera previsto hacer unas series de carrera, pero no sea eso lo que me apetece o tengo muchas agujetas de las sentadillas con salto de un par de días atrás. Puede que el plan incluyera calistenia pero me apetece correr por el monte. Puede que hubiera pensado meter una sesión de Animal Flow pero prefiero hacer un HIIT de burpees. No importa, en un día así hago lo que me apetezca, cambio el plan y me muevo de otra manera.
  • Por otro lado hay días (“esos días”) en los que no apetece. No es sólo cansancio (físico o mental) sino desgana, desmotivación. Son ganas de apagar el cuerpo y la mente. Días en que la reflexión de “¿qué me apetece?” da como resultado un “nada, no me apetece nada”. En este caso le hago caso a mi cuerpo/mente y descanso. Me pongo las pantuflas y el pijama, me sirvo un vino y leo un rato… o medito, o veo una película o no hago nada, me quedo en el sofá con la baba colgando y encefalograma plano. No son muchos días, digamos que un día cada mes, si llega. Cuando era sólo corredor, es decir, cuando sólo corría (exceptuando un día que hacía trabajo de fuerza, y que fue lo que me ayudó a librarme de las plantillas) solía pasarme algo similar, pero nunca era sólo un día. Normalmente después de verano, cuando volvía de entrenar por la costa o por la montaña, a entrenar por las bonitas calles asfaltadas de mi ciudad (tono irónico), tendía que parar del todo unos 5 días hasta que me volvía a apetecer entrenar, y lo hacía.

Hay un caso adicional y un poco especial: cuando me “toca” descansar y me apetece entrenar. En estos casos suelo hacer algo, si “toca” descanso pero me apetece entrenar es signo de que el descanso no es demasiado necesario ese día (ese día, ojo, el descanso es una de las partes más importantes del entrenamiento). Esto está motivado, también, por la gran variedad de mi movimiento, si me dedicara sólo a una disciplina (si sólo corriera, o sólo hiciera Animal Flow, o sólo hiciera calistenia, por ejemplo) seguro que necesitaría esos descansos con mucho más motivo.

 

Bueno, y creo que no me dejo nada, ya ves que ha sido más un articulo de opinión, pero espero haberte aportado algo.

¡Un saludo, homínido!