Cualquier método de entrenamiento, sesión de ejercicio o planificación, que persiga como uno de sus principales objetivos mejorar la salud y el bienestar, debería estar en el lado opuesto de la competitividad.

El dopaje supone un problema en el deporte profesional desde hace años, y una de sus causas es la competitividad brutal entre los participantes, además de la necesidad de dar cada vez más espectáculo (ver Dopaje y espectáculo ¿somos coherentes?).

En deportes como el fútbol se les llena la boca hablando de juego limpio o «fair play», pero la competitividad que les enseñan desde pequeños (he visto a entrenadores enseñar a los niños a pisar al oponente en los saques de corner) se les mete en las venas hasta su etapa profesional. El juego limpio en el fútbol significa, normalmente, que el árbitro no vea lo que haces.

Todos quieren ser mejores que su rival, pero no sólo eso, mejores también que sus compañeros y, lo malo, es que quieren serlo a cualquier precio. Trampas, trampas, trampas.

En el deporte profesional, orientado al máximo al rendimiento puedo entender que se haga así aunque, sinceramente, creo que se podrían hacer las cosas de otra manera, pero ese no es el propósito de esta entrada.

A lo que iba…

… ya se dopan hasta en el deporte popular.

En los últimos años se están detectando casos de dopaje en el deporte popular ¡si! deportistas populares arriesgan su salud para llegar un poco antes. En serio, no me lo invento, mira este enlace:

La locura del dopaje en deportistas populares

¡Desde luego que es una locura! pero ¿qué la motiva? Por un lado, la competitividad innata del ser humano pero por el otro, creo que el mensaje que se usa en grupos de entrenamiento, centros deportivos, publicaciones especializadas, clubes y otros cobra una importancia vital en esto, es más, creo que es el origen.

Voy a usar un ejemplo inventado:

Una mujer de entre 30 y 40 años, sedentaria, decide hacer algo con su vida y empezar a moverse un poco para encontrarse mejor, mejorar su salud y, de paso, divertirse.

Se apunta a un club de :atletismo, ciclismo, gimnasio de crossfit, etc.

Lo primero que le cuentan, a parte de las normas básicas y demás, es que hay distintos grupos, a saber: grupo iniciación o principiantes, grupo intermedio, grupo avanzado.

A ella, por supuesto, la ponen en el grupo de iniciación o principiantes y, por supuesto, lo primero que ella quiere es subir de grupo, quiere «mejorar».

Caso 1 – Después de un tiempo entrenando, esforzándose, no «mejora», sigue en el mismo grupo, se frustra. El bienestar que le producía el ejercicio al principio, ahora le produce estrés e incomodidad.

Caso 2 – Después de un tiempo entrenando mejora algo y la presión del grupo para que sea «mejor» le lleva a apuntarse a algún reto que sobrepasa sus capacidades actuales y su capacidad de adaptación. Se acaba lesionando.

Es un ejemplo que, aunque un poco extremo, no es extraño, está basado en casos que he conocido de primera mano.

El hecho de asumir y transmitir que  es mejor quien corre más rápido o más distancia, quien pedalea más tiempo o a más velocidad o quien levanta más peso o más veces, es el inicio del fin del deporte como búsqueda de la salud y el bienestar. Lo convierte en la búsqueda de una mejora no real y convierte el bienestar en estrés por ser «mejor».

He conocido corredores populares que no dormían bien los días antes de un entrenamiento de series y se pasaban el día nerviosos. He conocido deportistas de crossfit estresados por mejorar en algún ejercicio.

Eso NO es bienestar, es estrés, otro modo de estrés. Y no olvidemos que hablo, siempre, de deportistas populares.

Y ¿cómo evitamos el estrés en deportistas populares?

Creo que no es tan difícil, con unos cuantos puntos básicos que se cumplan, basta:

  • No hay mejores ni peores, en ningún deporte popular, no hay niveles. Llamadlo como os apetezca, pero no lo catalogues de acuerdo a una escala de niveles de mejora. En mi grupo de entrenamiento, por ejemplo, todos entrenamos juntos y cada uno hace lo que su estado de forma le permite en ese momento. No hay grupos, no hay objetivos que impliquen ser como otro miembro del grupo, no hay mejores ni peores. Y aun así la gente se esfuerza, te lo aseguro.
  • Si eres entrenador, no permitas que nadie de tu grupo presione (a veces dar ánimos de forma insistente es presionar) a otro para «mejorar». Si eres deportista, no asumas que un compañero de grupo quiere hacer lo que otros hacen, por ejemplo, no asumas que un compañero quiere hacer maratones como otros. Lo mismo no quiere, no le apetece, o le estresa hacerlo. Cada uno tiene su ritmo, sus objetivos, sus metas, y si se pierde de vista la meta de sentirse bien y mejorar la salud, entramos en el terreno del estrés.
  • Haz ejercicio por tres razones:
    1. Pasártelo bien
    2. Sentirte bien
    3. Estar bien

Como seres humanos somos competitivos, nos gusta medirnos con los demás, pero no necesitamos que factores externos conviertan esa competitividad en estrés.

Este ha sido un breve artículo de opinión, una opinión que asumo es extraña en el mundo del ejercicio y el entrenamiento, una opinión que con seguridad no de dejará indiferente. Por algo acabé estudiando el método natural (https://luisandes.es/category/movimiento/metodo-natural/) de Georges Hebert, origen del parkour y método de entrenamiento NO competitivo.

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