“¿Dónde voy yo, con mis años, haciendo deporte?”

“Me da vergüenza ponerme a correr con este cuerpo que tengo”

“Si no lo he hecho nunca, no voy a hacerlo ahora”

“A mi edad…”

“Si no aguanto ni 3 minutos”

“Y qué van a pensar mis vecinos/as”

“Y qué van a pensar mis compañeros/as”

 ¡EXCUSAS! Seguro que si lo intentas puedes encontrar alguna más, venga, piensa, te reto a que busques más y las escribas en un papel. Haz un esfuerzo, no es broma. Oblígate a escribir todas esas excusas y una vez escritas te reto a que las leas y, si puedes, te las creas.

  Y ahora deja que te diga una cosa que espero te ofenda un poco, aunque mi intención no es esa sino que te muevas, que reacciones, que derribes muros y te des cuenta de que NO ES QUE NO PUEDAS, ES QUE NO QUIERES.

Esas excusas son barreras que te inventas porque en realidad NO TE ATREVES a intentarlo. NO TE ATREVES a pasar delante de tus vecinos/as con las mallas puestas. NO TE ATREVES a salir a correr por tu barrio al ritmo que sea. NO TE ATREVES a correr 3 minutos y andar 10 si es necesario. NO TE ATREVES a dar el paso. NO TE ATREVES a exponerte a la opinión de los demás. NO TE ATREVES a decir “aquí estoy yo, con 45 años, saliendo a correr y lo voy a seguir haciendo”.

Pero ¿sabes? tienes razón, es más cómodo quedarse en casa. Es más cómodo seguir en el sofá, abrir una bolsa de patatas fritas y poner la TV. Es más cómodo seguir pensando que eso no es para ti, que no puedes, que no tienes edad, que no vales para eso, que no tienes tiempo…

Tienes razón. No corras el riesgo de que te guste. No corras el riesgo de sentirte bien. No corras el riesgo de descubrir que eres capaz de eso y mucho más. No corras el riesgo de ver la cara de envidia de tus vecinos/compañeros. No corras el riesgo de hacer algo que creías imposible. No corras el riesgo de ganar en salud y vitalidad y encontrarte mejor de lo que te has encontrado en los últimos años.

No arriesgues, no cambies, sigue así. Sigue mirando con envidia a ese vecino/a que SI se arriesga.

Un saludo desde el sofá.